viernes, 5 de agosto de 2011

Reflejos

Se encontraron en una sala de espejos de feria.

No quisieron salir.

Y empezaron a moverse, a bailar entre los reflejos, a mirarse el uno al otro. Reían sin saber, se buscaban entre cientos de ojos grandes, alargados, rasgados, empequeñecidos.

No supieron salir.

Y nadie les dijo que ese ojo, mano, pierna, pecho no eran los que eran. Que no eran sino reflejos, distorsiones.

No pudieron salir.

Y entre esos pasos de altos, gordos, deformados, abrían las bocas y se besaban con los dientes chatos. Se acariciaban con dedos infinitos. Se respiraban sobre pieles heladas. Nadie les dijo que ésos no eran ellos –si les hubieran dicho–, que esa boca no era boca, y que ese pelo era cristal.

Salieron.

Y cuando salieron no sabían dónde estaban sus reflejos. Miraron sus entradas y volvieron a casa con sus manos manos, sus ojos ojos y sus pasos pasos.