jueves, 27 de noviembre de 2008

Los jueves de haddock: El caso de Mr. Flitcraft



Lo que le ocurrió a Flitcraft fue lo siguiente. Cuando salió a comer pasó por una casa aún en obras. Todavía estaban poniendo los andamios. Uno de los andamios cayó a la calle desde una altura de ocho o diez pisos y se estrelló en la acera. Le cayó bastante cerca; no llegó a tocarle, pero sí arrancó de la acera un pedazo de cemento que fue a darle en la mejilla.
[…]
Me dijo que, tras apenas caminar veinte pasos desde el lugar donde había caído la viga, comprendió que no disfrutaría nunca más de la paz hasta que no se hubiese acostumbrado y ajustado a una nueva visión de la vida […] Si una viga al caer accidentalmente podía acabar con su vida, entonces él cambiaría su vida, entregándola al azar, por el sencillo procedimiento de irse a otro lado.
[…]
Se fue a Seattle aquella misma tarde, y desde allí a San Francisco. Anduvo vagando por aquella región durante dos años, hasta que un día regresó al Noroeste, se estableció y se casó en Spokane. Su segunda mujer no se parecía físicamente a la primera, pero las diferencias entre ellas eran menores.
[…]
Eso es lo que me gustó de la historia. Se acostumbró primero a la caída de vigas desde lo alto; y no cayeron más vigas; y entonces se acostumbró, se ajusto, a que no cayeran.

El Halcón Maltés
Dashiell Hammett

Que fácil es acostumbrarse a que dejen de caer vigas....

2 comentarios:

Kiryë dijo...

Pero eso es bueno, ¿verdad?

Necio Hutopo dijo...

Más fácil es acostumbrarse a que caen... Con la ventaja añadida de que a la pruimera, si acierta, ya no es necesario acostumbrarse a más nada...