Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.
Con los buenos poetas pasa que te gustan por algo; pero es que luego descubres lo demás, y es cuando entiendes que son extraordinarios.
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