El cuento de la Caperucita Roja tuvo su inicio en la tradición oral medieval, en la zona de los Alpes y El Tirol.
Las primeras versiones constituían más un relato de terror dirigido a advertir a las señoritas y adolescentes frente a los "lobos" desconocidos, e incluía escenas con cierto erotismo (donde el lobo disfrazado de abuelita invita a la niña a deshacerse una a una de sus prendas de ropa) y también escabrosas, en las que el lobo insta a Caperucita a comer la carne de su propia abuela, que el lobo previamente había descuartizado.
En 1967 Charles Perrault es el primero en transcribir la historia e incluirla en un volumen de cuentos. Endulza ligeramente la historia eliminando las partes más macabras, pese que aquí Caperucita se convierte en la segunda víctima del lobo. Incluye una moraleja explícita al final (inexistente hasta el momento), dirigida a las adolescentes.
En 1812 son los hermanos Grimm quienes recogen nuevamente el cuento y, basándose no sólo en la obra de Perrault, sino también la versión oral de una chica de buena educación y la Vida y muerte de la joven Caperucita Roja: una tragedia, de Ludwid Tieck (1800). Fueron los Grimm quienes dieron un tono menos dramático al cuento e hicieron la versión que aún hoy se mantiene, donde aparece al final del cuento el leñador que salva a abuela y nieta de la tripa del lobo; manteniendo el carácter aleccionador incial.
viernes, 12 de septiembre de 2008
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2 comentarios:
Se hace difícil, aunque por motivos contrarios, no citar el chiste...
"¡Coño, cómo ha cambiao el cuento...!"
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Pues ya ve, sr. Luciérnago; para que luego digan que los niños de ahora sólo ven sexo y violencia... ¡¡los de antes también!!
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